miércoles, 18 de febrero de 2009

HOLA, POR FAVOR, GRACIAS

Quién dobla tu paracaídas?

Charles Plumb fue un piloto de jets de la US Navy, en Vietnam.
Después de 75 misiones de combate, su avión fue destruido por un misil tierra-aire. Plumb fue expulsado del avión, su paracaídas se abrió y aterrizó en tierras enemigas. Fue capturado y pasó 6 años en una prisión Vietnamita. Sobrevivió la prueba y regresó a USA.Años después, en ocasión en que Plumb y su esposa estaban sentados en un restaurante, un hombre se acercó a su mesa y le dijo:-"Tú eres Plumb!. Piloteabas aviones caza en Vietnam desde el portaaviones Kitty Hawk. ¡Fuiste derribado!".-"¿Cómo sabes eso?" - preguntó Plumb.-"Yo doblé tu paracaídas"- contestó el hombre. Plumb se quedó con la boca abierta por la sorpresa y agradecido.
El hombre extendió su mano y dijo:-"Veo que funcionó bien".Plumb le aseguró:-"Ya lo creo. Si no hubiese funcionado, no estaría aquí hoy". Plumb no pudo dormir esa noche pensando en aquel hombre. Y dijo a su esposa: "Estuve imaginando como luciría él con un uniforme de la USNavy. Me imagino cuántas veces pude haberlo visto y haber pasado sin saludarlo, sin decirle "Buenos días, ¿como estás?" o alguna otra cosa, porque claro, yo era un oficial piloto y él solo un simple marinero".
Plumb pensó en las largas horas que el marinero pasó frente a una mesa larga de madera en las entrañas del barco, doblando cuidadosamente cada paracaídas, teniendo en sus manos muchas veces el destino de alguien que no conocía. Hoy Plumb, que da conferencias, pregunta a su audiencia: "¿Quién dobla tu paracaídas?". Cada uno tiene a alguien que le provee lo que necesita para pasar el día. Plumb puntualiza que él necesitó muchos tipos de paracaídas cuando su avión fue derribado: necesitó su paracaídas físico, su paracaídas mental, su paracaídas emocional, y su paracaídas espiritual. El recurrió a todos estos soportes antes de lograr la libertad y seguridad.Algunas veces, en los desafíos diarios que la vida nos pone por delante, descuidamos lo que es realmente importante. Podemos fallar por no decir "hola", "por favor" o "gracias", por no felicitar a alguien por algo que le haya pasado, por no decir un cumplido o simplemente por no hacer algo amable sin que medie ninguna razón. Cuando transcurras por esta semana, este mes, o este año, ten presente que debes reconocer a la gente que sin que tú lo sepas, dobla tus paracaídas.

miércoles, 4 de febrero de 2009

CUANDO TODOS TE REPROCHEN


SI..

Si puedes conservar tu cabeza,
cuando a tu alrededor todos la pierden y te cubren de reproches;
si puedes tener fe en ti mismo cuando duden de ti
los demás hombres y ser indulgente para su duda;
si puedes esperar y no sentirte cansado con la espera;
si puedes, siendo blanco de falsedades, no caer en la mentira,
y si eres odiado, no devolver el odio; sin que te creas, por eso,
ni demasiado bueno, ni demasiado cuerdo.
Si puedes soñar sin que los sueños, imperiosamente, te dominen;
si puedes pensar, sin que los pensamientos sean tu objeto único;
si puedes encararte con el triunfo y el desastre, y tratar
de la misma manera a esos dos impostores;
si puedes aguantar que a la verdad por ti expuesta
la veas retorcida por los pícaros, para convertirla en lazo
de los tontos, o contemplar que las cosas a que diste tu vida
se han deshecho, y agacharte y construirlas de nuevo,
aunque sea con gastados instrumentos.

Si eres capaz de juntar, en un solo haz, todos tus triunfos
y arriesgarlos, cara o cruz, en una sola vuelta y si perdieras,
empezar otra vez como cuando empezaste
y nunca más exhalar una palabra sobre la pérdida sufrida.

Si puedes obligar a tu corazón, a tus fibras y a tus nervios,
que te obedezcan aún después de haber desfallecido
y que asi se mantengan, hasta que en ti no haya otra
cosa que la voluntad gritando"¡Persistid, es la orden!"

Si puedes hablar con multitudes y conservar tu virtud,
o alternar con reyes y no perder tus comunes rasgos;
si nadie, ni enemigos, ni amantes amigos, pueden causarte daño;
si todos los hombres pueden contar contigo,
pero ninguno demasiado;
si eres capaz de llenar el inexorable minuto, con el valor
de los sesenta segundos de la distancia final;
Tuya será la tierra y cuanto ella contenga y -
lo que vale más- serás un hombre hijo mío.

RUDYARD KIPLING